Como terapeuta de pareja me encuentro con frecuencia con todo tipo de consultantes, que traen a mí su queja, su problema, su esperanza.  Hay quienes llegan en estados tan avanzados de deterioro y dolor, que más que un psicólogo, necesitan es un abogado.  Hay otros que han dejado pasar el tiempo sin hacer nada, sin buscar ayuda, sin generar cambios, y simplemente se han hecho los de “la vista gorda” frente a sus dificultades, hasta que algo estalla, se rompe o se quiebra, y la llamada de auxilio no se hace esperar. También existen quienes llegan obligados o bajo severas presiones, porque “o haces terapia o esto se acaba”.  Y hay otros, muy pocos realmente pero los hay, que llegan buscando ayuda de forma preventiva, estando en el mejor momento de su relación, con el ánimo de prevenir cualquier tipo de problema o de mal entendido; son esas parejas, generalmente de novios o recién casados, que estando en las mieles del amor desean hacer eterno su cuento de hadas.  Todos tan diferentes, todos tan distintos, pero a la vez con algo en común, la necesidad de un cambio.  ¿Cuál es entonces el caso más difícil de llevar?, me preguntaba un día alguien.  A lo que contesté con un esbozo de sonrisa en mi rostro: La pareja del amor microondas. 


¿Qué es el amor microondas?

El microondas es sin lugar a dudas uno de los electrodomésticos más preciados en nuestros hogares hoy.  ¿Por qué?  Porque es práctico, es sencillo, y sobre todo, es muy muy muy rápido.  Lo que antes era toda una odisea para poder obtener las crocantes crispetas de cine, dejó de serlo con la aparición del microondas y las bolsitas mágicas que en menos de tres minutos te permiten saborear el tan anhelado manjar.  Ya la olla con el orificio en la tapa, para poder introducir un gancho de ropa estirado, que facilitaba el cometido de revolverlas para que no se pegaran, y la maniobra exacta entre control del tiempo y el vaivén de la olla, que dejaba al final un sin número de inmasticables y “quiebradientes” granitos sin explotar, pasó a la historia.  Ahora simplemente destapa, introduce, marca la función y a comer se dijo.  Y todo gracias a qué ¡Al maravilloso microondas!  Y qué decir del poder llegar a casa y en menos de un minuto tener tu plato de comida calientito, listo para consumir.  O no tener que tirar el pollo contra una pared para que éste se separe, al no poder esperar que se descongele.  O poder comerte ese delicioso pandequeso que segundos antes parecía piedra de moler, con una suavidad y frescura increíbles.  Éste es nuestro microondas.  ¿Qué haríamos en pleno siglo XXI sin él?  Aunque no lo crean mi mamá podría contestar esta pregunta, pero avanzando en el artículo mi punto es que las parejas hoy en día piensan que el amor es como el microondas, fácil, rápido y sencillo.  Y cuán equivocadas están. 

Por esto al responder a la pregunta, cuál es la pareja más difícil de tratar, mi respuesta es, la del amor de microondas.  Esta es la pareja que cree que al asistir a dos sesiones de terapia, los problemas de 7, 15, 20 ó 30 años de relación disfuncional van a desaparecer.  Son quienes consideran que con leer un libro de superación todo va a estar bien o que simplemente yéndonos de vacaciones a un lugar paradisiaco nuestras dificultades relacionales se darán a la fuga.  En una expresión, la pareja del amor de microondas, es a quienes se les olvidó que amar, es un asunto de valientes. 

El amor verdadero, el amor que se mantiene, el amor que sustenta nuestra promesa matrimonial de “amarte y serte fiel”  en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, en la alegría y en el dolor, no es un amor de microondas.  Es un amor que te demanda esfuerzo.  Es un amor que te lleva a dar y entregar lo mejor de ti.  Es un amor que te obliga a morir al egoísmo, al individualismo y la superficialidad.  Es un amor que te reclama tiempo.  Es un amor que  requiere paciencia, tolerancia y dedicación.  Es un amor que sólo permanece, cuando tienes la “verraquera” y la determinación de sacarlo adelante, así sea necesario jugarte la vida en el intento.  Por algo es “hasta que la muerte nos separe”. 

Así que a ti que me lees, que te encuentras cansado en tu relación, que estás a punto de tirar la toalla, que sientes que todo ha perdido magia y color, que te preguntas todos los días si cometiste un error al casarte.  Espera. Detente.  Pregúntate ¿qué he hecho yo por esta relación? Ojo, la pregunta no es ¿qué me han dado a mí en esta relación? No.  Qué has hecho tú, porque la única persona a la que tú puedes cambiar es a ti mismo.  Por eso, deja de centrarte en el otro, en lo que al otro le falta, en lo que el otro no da, y céntrate en ti, en lo que tú has dejado de dar, en aquello que te ha faltado, en todo lo que has perdido. Y a partir de allí ármate de valor.  El valor necesario para dar la pelea por tu relación.  Si es necesario busquen ayuda, encuentren la causa de sus dificultades, desarrollen las herramientas necesarias para poder amarse desde el disfrute y no desde el dolor.  Pero sobre todo, juégatela toda, por un amor de verdad, no, por un amor de microondas. 

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