Cuando el cielo calla…un milagro se aproxima

“Fueron pues y subieron a una barca, pero esa noche no pescaron nada”

Juan 21,3

Cuando Jesús murió, o más bien, cuando los discípulos creyeron que Jesús había muerto, nos cuenta el Evangelio, que éstos pretendieron regresar a su antigua vida. Cansados, sin esperanza, pensando que ya todo estaba perdido y que lo que habían vivido esos últimos tres años, quedaría solo en un hermoso recuerdo de la mejor aventura de su existencia, intentaron vanamente ser los mismos; pero lo que ellos no sabían era que cuando Jesús toca una vida, ésta nunca podrá volver a ser la misma. 

Sentados a la orilla del lago de Tiberias, también conocido como el mar de Galilea, el mismo lugar en el que habían sido llamados y en el que le habían visto a Él hacer tantos prodigios, dijo Pedro: “voy a pescar”. Se lee rápido, pero cuántas cosas se esconden detrás de esta expresión.  Voy a pescar es sinónimo de: “ya todo está acabado” “final final no va más” “hasta aquí llegaron nuestros sueños”.  Pedro se había rendido, había enterrado a Jesús y con Él sus ilusiones.  Había creído que esa vida extraordinaria y sobrenatural había quedado atrás, por eso, era necesario volver a las redes.  Así que las tiraron, aguardaron toda la noche, y sólo el agua fingía ser atrapada entre esas redes de frustración, soledad y fracaso.  Me gusta tanto imaginarme la cara de estos pobres hombres desconsolados.  Haber probado de una gloria tan excelsa, haber conocido una vida tan extraordinaria, y estar ahora allí, pretendiendo que nada había pasado; cuestionándose en silencio dónde habría estado el error, meditando tal vez que “lo bueno dura tan poco”.  Me gusta imaginármelos, porque es la misma cara que con frecuencia veo en tantas personas, y muchas veces incluso frente al espejo; es la cara de quien se rinde, de quien ante el más mínimo silencio del cielo cree que ya todo está perdido; es la cara de aquel que no ha comprendido que Él no ha muerto, que Él vive, y que con su vida devuelve la vida a nuestros sueños e ilusiones. 

Muchas veces las cosas no salen como nosotros esperamos.  Cuando nos ilusionamos con un proyecto y vertemos todas nuestras energías en él, estamos tan ansiosos por ver resultados, tan anhelantes de ver materializadas nuestras ideas, tan expectantes de saborear el éxito, que cuando algo se sale de esa expectativa, podemos caer en el error de tirar la toalla y volver a las redes.  Perdemos la fuerza, perdemos la visión, perdemos la fe. 

La pregunta para ti hoy es: ¿En qué momento renunciaste a tus sueños?  ¿En qué momento creíste que era mejor “dejar así”?  ¿En qué momento perdiste la ruta, errando el camino?  Pedro, Pedro, ¿en qué momento olvidaste el llamado?

Pero allí llega Jesús, el que no ha muerto, el de las promesas, el que los llamó.  Y es tan hermoso mi maestro, que a propósito les pregunta:“muchachos, ¿no tienen pescado?” me es imposible evitar la risa en este momento.  A ver Jesús, ¿acaso no eres el omnisapiente hijo de Dios? ¿Qué son esas preguntas? ¡Claro que lo es! ¡Claro que lo sabe! Pero su pregunta no buscaba información, buscaba confrontación.  Déjame parafrasearla: “Muchachos, ¿están estancados? ¿Se sienten frustrados? ¿Perdieron el rumbo?  Tiren la red a su derecha”.  Y dice el texto que las redes se reventaban de la enorme cantidad de pescados que contenían.  Jesús con una frase les devolvió el sentido, les demostró que sin Él no es lo mismo, que sus esfuerzos e intenciones solo tendrían eco si Él estaba en el asunto; les demostró que cuando el cielo calla, sólo es necesario aguardar, esperar, creer. 

Así que si alguna vez, como tantas lo he hecho yo, te has sentido desmayar al creer que tus sueños no tienen razón de ser, que ya es demasiado tarde, que ha pasado mucho tiempo, que ya estás muy viej@, que no tienes fuerzas y que lo mejor es volver atrás ¡Detente! Escucha al Maestro.  Él regresa al lugar de tu llamado y te dice “No te olvides que este sueño no es tuyo, es nuestro, y conmigo nada te será imposible”.  Por favor no renuncies a tus sueños, no aceptes la derrota, y nunca nunca olvides, quién fue el que te llamó.  ¡Cuando el cielo calla…. un milagro se aproxima!

Comparte este contenido

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Selecciona la moneda
Dólar de los Estados Unidos (US)