Por todas partes podemos ver y promulgar mensajes de paz, amor, reconciliación y sana convivencia. Sin embargo, a la hora de ver que alguien se mete en la fila que estamos haciendo, nos acusa de algo que no hemos hecho, nos ofende o nos damos cuenta que nos está mintiendo, desaparecen todos esos pensamientos “bonitos” y la ira toma el control. Además, si optamos por ser sinceros, y decir lo que pensamos, nos tildan de groseros o imprudentes. Pero por otro lado, si decidimos ser educados, nosotros mismos nos reprochamos por ser hipócritas o falsos. ¿Cómo funciona la ira? ¿De qué manera podríamos educarla? ¿Cómo ser educado sin hipócrita? Si estás cansado de quedar como “el malo del paseo” teniendo la razón y quieres saber cómo contestar éstas y otras preguntas, este taller es para ti.
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