¿Por qué lloras? ¿Qué buscas? ¿Dónde quedaron tus sueños? ¿Qué enterraste en el sepulcro? ¡Mira adentro!

La resurrección de nuestro Señor Jesús no es sólo un hecho histórico contundente, sino también un hermoso misterio cargado de esperanza para todos los creyentes.

Hoy me encontraba leyendo el Evangelio del día, que en medio de esta octava de pascua nos remonta a aquella escena, en la que María Magdalena es testigo del milagro de la resurrección.

Creo que muchos conocemos el texto y sin duda lo hemos leído o escuchado decenas de veces, pero hoy me embriagué de las primeras líneas, encontrando una belleza sin igual en el mensaje allí escondido. Dice que María se quedó afuera del sepulcro (sepulcro, sinónimo de muerte y desesperanza) y como era de esperarse estaba llorando. ¿Cómo no? Su Maestro había muerto; aquel hombre que le había mirado con misericordia, que había roto sus cadenas y alejado de sí los demonios de sus miserias. Había muerto su esperanza y con ella la nueva vida que había podido vislumbrar. Estaba allí, desolada, llorando como quien busca ahogar con lágrimas el dolor de la pérdida. Pero dice el texto que “llorando como estaba, se agachó para mirar adentro”. ¡Un momento! Se lee rápido, pero detengámonos a contemplar esta belleza: “llorando como estaba, se agachó para mirar adentro”¡Qué increíble es Dios y cuánta riqueza se esconde en su Palabra!

Cuando tienes una pérdida, cuando las cosas en tu vida no van como esperas, cuando el fracaso toca a tu puerta y con él el desazón del no saber lo que sigue, allí, en ese momento, tú puedes mirar adentro como otrora lo hiciera María de Magdala. ¿Dentro de qué? Dentro de tu sepulcro, dentro de tu desolación, dentro de tu tristeza, dentro de tu problema, dentro de tu dolor. Mirar adentro es darte a la tarea de encontrar el para qué, dejando de lado el por qué. Mirar adentro es buscar atentamente la oportunidad que se encierra en ese aparente tropiezo. Mirar adentro es reconocer que la muerte es sólo la catapulta para el milagro de la resurrección.

¿Qué ha muerto en tu vida? ¿Tus sueños? ¿Tus anhelos de tener un matrimonio restaurado? ¿Una familia unida? ¿Qué has puesto en el sepulcro? ¿Los anhelos de tu corazón? ¿Aquello que cuando eras joven deseabas con todo tu ser pero enterraste por miedo, desconfianza o desilusión? ¿Qué contiene tu sepulcro? ¿Tu alegría? ¿Tu pasión? ¿Tu vocación? Mira adentro. Aun llorando: mira adentro. Porque al mirar adentro, al volver dentro de ti, al ver más allá, podrás darte cuenta que el sepulcro no es el final.

Él no está muerto. El sepulcro está vacío. Y solo mirando adentro podrás encontrarte con la Resurrección y la Vida, quien llamándote por tu nombre te recordará, que si Él ha vencido, tú también podrás hacerlo.

Hoy te invito a que busques dentro de ti las respuestas que tu alma tanto necesita. Hoy te invito a que no te quedes en el lamento, mira adentro y contempla como Dios resucita tu esperanza. Recuerda sus palabras:

“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto, vivirá”.

Simplemente: mira adentro.

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