Todos hemos escuchado hablar del cariño y del apego a lo largo de nuestras vidas, son cosas distintas; las sentimos intensamente, nos quitan el sueño y nos vuelven poetas… 

Pero mientras el cariño genera alegría, el apego genera sufrimiento.

Cuando estamos apegados emocionalmente a alguien pretendemos encontrar la felicidad en esa persona, buscamos que sea la única fuente de afecto en nuestras vidas, poco importa el afecto sincero que los demás nos expresen, sólo tenemos corazón para nuestra media naranja.

Frases como: “si me celan es porque me aman”, nos hacen pensar que el otro nos quiere, que no podemos perdernos de su vista por tanto amor que nos tiene cuando en realidad lo que hace es proyectar su temor al fracaso de la relación.

El apego podría ocurrir cuando se rompe el equilibrio entre nuestra autoestima y el amor por el otro, cuando sentimos que valoramos a la otra persona más que a nosotros mismos; de esta manera podríamos decir que estamos más apegados que enamorados.

Si sentimos que:

Nuestra autoestima, nuestras finanzas o nuestras relaciones se han afectado porque ponemos a la pareja como el centro de nuestra vida y el círculo social al que pertenecemos ha ido desapareciendo poco a poco desde que estamos juntos y sentimos que el miedo a “la soledad” nos impide terminar la relación, posiblemente nos encontramos inmersos en el apego.

Contrario a esto, las sanas relaciones lejos del apego sí son posibles. Una sana relación nos enriquece como seres humanos, nos llena el alma y nos alegra; nos hace sentir que somos amados  libremente, sin ataduras que laceren nuestra autoestima y nos dañen nuestro ser. Cuando sentimos que perdemos nuestro amor propio por cuenta de querer retener al otro a nuestro lado, se produce una fractura difícil de reparar.

Para lograr una sana relación es necesario que tengamos en cuenta:

  • Invertir en nuestra autoestima, ampliar y fortalecer el círculo social al que pertenecemos, cultivar nuestra espiritualidad, tratar de mantener una visión objetiva ante los hechos y perdonar.
  • Debemos ser consientes de que si nuestra vida no nos satisface, no vamos a tener mucho para aportar al otro, sino por el contrario, mucho que demandarle. Haremos feliz a nuestra pareja, en tanto seamos felices nosotros mismos, nos aceptemos como somos sin dejar de lado la motivación de transformar nuestra realidad, de hacerla mejor y de ser mejor personas.
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