Para muchos de nosotros ya es claro: ¡queremos apostarle a una crianza respetuosa y consciente! Pero, si me quitan los gritos, los pellizcos, los castigos, los chantajes, los premios, entonces…. ¿qué me queda? Sin duda esta es la pregunta que nos hacemos muchos padres y madres, que deseamos formar a nuestros hijos en disciplina y valores, pero, sin irrespetarlos o dañarlos emocionalmente.