LA DEPRESIÓN NO ES TRISTEZA NI FALTA DE GRATITUD, Y TAMPOCO LA
LA DEPRESIÓN NO ES TRISTEZA NI FALTA DE GRATITUD, Y TAMPOCO LA VIVIMOS IGUAL
Actualmente la depresión es uno de los problemas psicológicos más frecuentes en nuestra
sociedad. Sin embargo, lamentablemente aún se sigue confundiendo depresión con tristeza,
por lo que, como punto de partida, es importante resaltar la diferencia más relevante entre
estos dos conceptos. La tristeza por su parte, es una emoción natural y normal del ser
humano, la cual, sirve para elaborar duelos y pérdidas, hacer pausas y replantear nuestros
pasos y caminos a seguir; mientras que la depresión es un trastorno psicológico
caracterizado por episodios de tristeza, pero además desinterés y pérdida de la capacidad de
disfrutar, poca energía o sensación constante de fatiga, insomnio, disminución de la
motivación y libido (entre otros según cada caso), y en ocasiones va acompañada de
ideación suicida.
Mientras que la tristeza como emoción natural, la causa una situación que implique algún
tipo de pérdida; la depresión se causa a partir de una compleja dinámica entre factores de la
persona, del ambiente y biológicos. Por lo que, aunque podamos escuchar a alguien, o a
nosotros mismos, decir algo como “tengo la depre” cuando simplemente estamos tristes, te
propongo que comencemos a decir “estoy triste” y que podamos saber que tenemos
derecho a estarlo las veces que necesitemos y por las razones que nosotros mismos
consideremos suficientes.
El poder ver la tristeza como parte del derecho a sentir que tenemos los seres humanos,
como algo sano, y diferenciarlo del tener un diagnóstico de depresión, que sí es un
problema que necesita tomarse en serio y recibir el tratamiento necesario; puede ser nuestro
aporte conjunto para acabar con imaginarios dañinos acerca de la depresión.
Tal vez de los imaginarios más difundidos es el de entender erróneamente la depresión
como una forma de ser supuestamente malagradecido con la vida, de los que surgen
conclusiones tan prejuiciosas y reduccionistas como “una persona con depresión es
alguien que no valora todo lo bueno que tiene en su vida”, o “si estás bien económica y
socialmente, no tienes derecho a tener depresión”. Estos prejuicios terminan generando
más rechazo y menos apoyo a aquellas personas que están lidiando con el trastorno,
haciendo de la sociedad, otro síntoma que añadir a la lista de problemas con los qué lidiar
además de la propia depresión.
Y precisamente la sociedad y la cultura nos influye de tal manera, que incluso la depresión
la tendemos a experimentar y manifestar de manera diferente entre hombres y mujeres. Por
ejemplo, la mayoría de diagnósticos de depresión y registro de intentos de suicidio es por
parte de mujeres; mientras que los hombres, aunque sean menos diagnosticados con
depresión, presentan la mayoría de suicidios consumados.
Además, las mujeres diagnosticadas con depresión manifiestan baja autoestima,
sentimientos de culpa, valoraciones negativas sobre sí mismas, inquietud y preocupación
excesiva; mientras que los hombres diagnosticados con depresión manifiestan sensación de
vacío, dificultad para conseguir objetivos laborales/académicos, incremento de actividad
física, sexual y laboral.
¿Qué hace que hombres y mujeres experimenten el mismo trastorno de manera diferente?
En realidad, algo que influye directamente en esto, son las presiones sociales que tienen
hombres y mujeres de acuerdo a lo que cada sociedad o comunidad espera de alguien según
su sexo. Por ejemplo, nuestra sociedad tiende a esperar de las mujeres que sean personas
encargadas de labores de cuidado, protección y sostenimiento emocional. Por lo que es
socialmente más aceptable que las mujeres muestren sus emociones abiertamente,
especialmente las emociones que sugieren sensibilidad. Por otro lado, nuestra sociedad
tiende a esperar de los hombres que sean ejemplo de fortaleza, seguridad, estabilidad y
productividad. Por lo que socialmente es menos aceptable que un hombre se muestre
sensible y opte por ocultar lo que siente o expresarlo por medio de la ira o agresividad.
Por esto, no es raro que un hombre con depresión tenga un mayor riesgo de desarrollar
alguna adicción, muestren bajo control de impulsos y baja tolerancia al estrés, ataques de
ira, evitación de expresar tristeza e incluso que le sea difícil identificarse con la depresión y
pedir ayuda profesional.
Esto nos lleva a sospechar que probablemente existan muchos hombres con depresión que
no aparecen en las estadísticas, simplemente porque no piden ayuda profesional y terminan
viviendo su depresión por medio de adicciones, irritabilidad o refugiándose en su trabajo.
Afortunadamente, estas tendencias están cambiando, ya que al día de hoy, se están
derrumbando gradualmente esos aspectos dañinos de los estereotipos de género que
presionan a los hombres a no expresar con libertad lo que sienten, mostrando las emociones
en general como algo humano, y no exclusivo de algún sexo; y precisamente hoy te quiero
invitar a hacer parte de este cambio, donde cada vez más personas diferenciemos estar
tristes de tener depresión, y de esa manera, experimentemos la tristeza de manera libre y
sana, así como en lugar de juzgar, podamos respetar y apoyar a aquellas personas, hombres
y mujeres, que están atravesando el complejo reto de una depresión.
“Vale más llorar que reír, pues podrá hacerle mal al semblante, pero le hace bien al corazón.”
Eclesiastés 7:3
Fabián
Camilo Salinas Obando
Psicólogo y Director Académico
Clínica para la Familia