¿Cuál es el camino? Aprendiendo a tomar decisiones difíciles

Desde que existe el ser humano como especie, tomamos decisiones, escogemos caminos y tenemos la capacidad de dirigir nuestra conducta hacia lo que queremos hacer o lograr. Sin embargo, a veces tomar una decisión puede convertirse en algo verdaderamente difícil.

Las decisiones pueden ser fáciles o difíciles de acuerdo a la relación entre las alternativas, es decir, una decisión fácil es la que una alternativa es claramente mejor a la otra, pero una decisión difícil es aquella donde las alternativas son diferentes, pero ninguna es mejor que otra (Chang, 2019). Además, podemos terminar tomando el mismo tipo de decisiones sin darnos cuenta que son el primer mantenedor de los problemas que enfrentamos.

¿Qué hace que tomemos decisiones que NO nos convienen?

Para tomar decisiones también podemos ser víctimas de engaños de nuestro pensamiento que nos convencen de cosas que en realidad no son ciertas, así como las ilusiones ópticas nos hace ver cosas que en realidad no son como las percibimos (Ariely, 2011). Existen varios factores que influyen en que no tomemos decisiones tan acertadas, de las cuales algunas se describen a continuación:

Numerosas opciones

Cuando tenemos numerosas alternativas ante una situación, tendemos a tomar una actitud pasiva y no decidirnos por ninguna, terminamos por aplazar el tomar decisiones, aun cuando no nos favorezca hacerlo, incluso investigaciones han encontrado que cuando nos enfrentamos a muchas opciones y en esas condiciones nos arriesgamos a tomar decisiones, optamos por las opciones que menos nos favorecen (Iyengar, 2011). Por lo que una opción conveniente es limitar el número de las opciones para tomar decisiones más acertadas.

Pensar que necesitamos una inteligencia superior

Muchas veces podemos llegar a pensar que las decisiones que son difíciles, son complejas y necesitan de un mayor grado de inteligencia o capacidades mentales para lidiar con ellas. Pero esto no es cierto, las decisiones por naturaleza tienen 3 características:

  • Riesgo

En nuestra naturaleza como seres humanos, no tenemos la capacidad de adivinar el futuro, por lo que es natural que no estemos 100% seguros de cómo nos va a ir al tomar una decisión (Chang, 2019), por lo que parte de tomar decisiones, desde las más simples hasta las más complejas, implica paradójicamente tomar la decisión de asumir un riesgo.

  • Incertidumbre

Otra característica de las decisiones y del ser humano es que estamos diseñados para manejar información parcial de la realidad en la que nos encontramos, es normal que en las situaciones que enfrentemos, haya un margen de duda. Si en disciplinas de información concreta como la ingeniería o las matemáticas existen los márgenes de error y de desconocimiento, cuánto más en la vida diaria. Tomar decisiones implica no tener el 100% de la información y aceptar un grado de incertidumbre.

  • Pérdida

Al tomar una decisión estamos accediendo a conocer qué pasa con una de las alternativas posibles, pero también estamos renunciando a conocer qué pasa con las opciones que estamos dejando de lado. Pero, aunque pueda sonar algo dramático, en realidad no es necesario que tengamos ese conocimiento para tomar buenas decisiones y estar tranquilos. Es importante no caer en la falsa necesidad de control. Tomar decisiones implica la renuncia consciente de las otras alternativas.

Si creemos que, al ser más inteligentes o hábiles, vamos a adivinar el futuro, tener el 100% de información y conocer qué pasa con todas las alternativas, estamos cayendo en un engaño de nuestra mente. Que nos parezca difícil tomar decisiones complejas no es falta de inteligencia, es un signo de nuestra humanidad.

Algo curioso de las decisiones difíciles

Una confusión frecuente sobre las decisiones difíciles o aquellas donde las alternativas son diferentes, pero ninguna es mejor que otra, es llegar a pensar que no sabemos lidiar con ellas, pero en realidad existen decisiones pequeñas que logramos manejar en la cotidianidad y tienen la característica de una decisión difícil (Chang, 2019). Por ejemplo, el escoger en un restaurante una opción de la carta entre varias que son diferentes, pero ninguna claramente mejor que la otra, en la mayoría de ocasiones, no representa una crisis existencial y lo sabemos sobrellevar. Es decir, tenemos los recursos psicológicos que necesitamos para tomar decisiones difíciles, donde el reto se puede resumir en utilizar las capacidades que ya tenemos.

“Todas las cosas me son lícitas, pero no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna de ellas.”

1 Corintios 6:12

Fabián Camilo Salinas Obando – Director Académico y Psicólogo – Clínica para la Familia

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