Por Fabián Salinas, Profesional Clínica Para La Familia.

Desde la psicología se ha encontrado que cuando se genera un conflicto entre personas, la responsabilidad es compartida y no viene de una sola de las partes. A veces cada uno contribuye al problema con sus propios errores, otras veces uno de los dos aporta el error y el otro sin querer el combustible para que el problema se agrande. Tal vez por esta razón, es que no sirve para nada buscar culpables o inocentes definitivos, ya que a cada uno de nosotros nos corresponde una parte de los problemas que vivimos.

Sin embargo, ver nuestra parte es más difícil de lo que parece, ya que cuando pensamos en nuestros errores o recibimos una crítica, a veces no estamos de acuerdo y pensamos cosas como “estoy haciendo las cosas bien” o “lo que me critican lo hago por una buena razón”.

Una de las razones que nos impide confrontarnos a nosotros mismos, reconocer y aceptar nuestros errores es que nuestro pensamiento de manera casi automática tiende a justificar los errores o fallas que cometemos. Frente a esto el psicólogo Albert Bandura identificó ocho formas de justificarnos cuando somos agresivos o cometemos errores, y en esta oportunidad te quiero contar cuáles son.

  1. Justificación Moral. Es cuando “el fin justifica los medios” o somos agresivos ante la agresividad con el fin de “hacer justicia”.
  • Lenguaje eufemista. Es cuando cambiamos las palabras para describir lo que hicimos para que no suene tan grave. En lugar de decir “le pegué a mi hijo” decimos “corregí a mi hijo”, o en vez de decir “tres personas fueron asesinadas” decimos “tres personas fueron abatidas”.
  • Comparación ventajosa. Es cuando nuestro acto reprochable lo contrastamos con uno más grave para que el nuestro no parezca tan malo. Por ejemplo, cuando pensamos que no es tan grave gritarle a nuestra pareja porque no le estamos pegando, o consumir una droga no es tan grave porque existen otras que hacen más daño.
  • Desplazamiento de la responsabilidad. Es cuando en lugar de asumir nuestras conductas reprochables nos justificamos en contestar que solamente estábamos cumpliendo órdenes de un superior.
  • Difusión de la Responsabilidad. Es cuando repartimos la culpa de nuestros actos en un grupo de personas al que pertenecemos. Por ejemplo, en lugar de decir “soy explosivo” decimos “en mi familia somos todos explosivos” o en lugar de decir “soy celoso” decimos “las mujeres/los hombres somos celosos”.
  • Minimización de las Consecuencias. Es cuando distorsionamos a nuestro acomodo las consecuencias de una conducta para suavizarlas y no sentirnos culpables. Por ejemplo, cuando nos decimos que “no es para tanto” o “no es tan grave” pegarle a nuestros hijos o gritarle a nuestra pareja o empleados.
  • Atribución de culpa. Es cuando hacemos responsable de nuestros actos a los demás o a la situación. Por ejemplo, cuando decimos “es que usted me saca la piedra”, “fuiste tú la que me provocaste” o “fue el tráfico”, lo que convierte al otro como “merecedor” de nuestra agresividad. Este mecanismo lo usan muchos victimarios de abuso sexual.
  • Deshumanización. Es cuando le quitamos la condición de persona y ser humano a alguien para no sentirnos culpables al ser crueles con ella. Por ejemplo, cuando un grupo de personas golpea y desnuda a una persona que robó, no dicen “persona” o “joven” sino “rata” o “basura”.

Merecemos relacionarnos desde lo humano, con errores, compartir con personas que piensen diferente, que en lugar de adularnos nos confronten y nos lleven a ser mejores seres humanos y no quedarnos estancados simplemente por sentirnos bien en el momento.

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