Cuando se habla de adopción, inmediatamente nos remitimos a pensar en una capacidad inmensa de amar, que se gesta a partir del deseo en el corazón de una mujer que se enfrenta también a la dulce espera del amor; esta dulce espera se traduce en unos hijos que no vienen de un proceso biológico, pero sí de un anhelo espontáneo del corazón.
La adopción es un camino hermoso que inicia cerca del corazón de una mujer a partir de su deseo de ser madre y que se va tejiendo a partir de unos vínculos emocionales que con el día a día se fortalecen a partir de la vivencia y la entrega de un amor sin condiciones.
Tú, madre adoptiva; fuiste elegida para ser Madre. Dios que es un Padre de amor, te entregó una misión: Restaurar la historia de un pequeño ser que necesita sentirse amado. Eres portadora del amor porque “Tus hijos no tienen que salir de ti, tú entras en la vida de ellos” porque con tu dedicación, tu entrega, tu Sí, conquistas un corazón, haciendo vivo y real un amor que se traduce en la bendición de tener un hijo que nace de las entrañas del corazón.
Por eso hoy, mujer valiente; queremos exaltar tu gran misión de ser madre adoptiva: Trasmites vida a partir de tu vocación a la maternidad que se revela en el ejercicio sublime del amor.
Gracias por tomar una decisión de amar más allá de un sentimiento, por dejar huella en tu paso por la vida.
Gracias por ser una madre real, auténtica verdadera, porque tu maternidad es igual de valiosa que la biológica.
Gracias por ser capaz de vivir el amplio significado de la maternidad: transmitir la vida, ¡Amando! Gracias por ser portadora de un amor que no conoce fronteras.
Eres signo de bendición, eres maestra del amor… eres ¡MAMÁ!
Que el Dios de la Vida y del Amor, continúe guiando tu caminar en la hermosa aventura de ser Madre.
Ps. Cristina Grajales Acosta Psicóloga Clínica para la Familia