¿No quieres ser el villano en la película de tu hijo, ni la bruja en el cuento de tu hija, pero tampoco quieres ser el bufón? Es verdad que ningún hijo viene con un manual debajo del brazo, pero conocer qué estilo de autoridad ejerces, te puede ayudar a mejorar tu desempeño como padre o madre.
Estilos de padres existen muchos, como personas en el mundo, sin embargo, si se pudieran agrupar, podrían dividirse según las frases que dicen, de lo cual saldrían 3 grupos:
1. “Porque si”, “Porque no”, “Porque soy su papá/mamá”
Es aquella persona que no permite que cuestionen sus decisiones de ninguna manera. Él o ella son la autoridad de la casa, son los únicos que tienen el derecho de decir que se puede y que no en el hogar y “no tienen por qué dar explicaciones”. Y si llegan a encontrarse con algún cuestionamiento, responden con “no me conteste” o “no me responda”.
2. “Yo le dije, pero no me hizo caso”
Es aquella persona que a pesar de establecer normas, reglas y consecuencias como figura de autoridad, no quiere ser el ogro ni el malo. Prefiere ir por la vía del diálogo, sin embargo, termina cediendo a las promesas de cambio o buen comportamiento de los hijos. Usando frases como “bueno, pero prométeme que la próxima vez me vas a cumplir”.
3. “Bueno, explícame por qué debes o no hacerlo, y dependiendo de tus razones, se hace o no”
Es aquella persona que tiene una razón específica para cada decisión que toma. En el caso de un cuestionamiento, pone a prueba si los argumentos o comportamientos son suficientes o no para cambiar su decisión.
¿Te sientes identificado con alguno en particular, o de pronto con todos? Pues cada grupo se refiere a un estilo de autoridad, el grupo uno hace referencia al estilo autoritario, el grupo dos se refiere al estilo permisivo, y el grupo tres se refiere al estilo participativo de autoridad. Todos nosotros en algunos momentos decimos frases de los tres estilos. Sin embargo, nuestro estilo de autoridad lo podemos identificar por el que utilizamos más.
Una vez identificando cuál es tu tendencia de autoridad, es importante saber qué tanto funciona cada estilo. Si tú te has identificado con el estilo permisivo, lamento decirte que estás ejerciendo el estilo de autoridad que menos funciona. Este es el que produce menos resultados a nivel de comportamiento porque se quebrantan las normas establecidas la mayoría de las veces. Por otro lado, si te identificas con el estilo autoritario, es probable que hayas dicho en algún momento “a mí me criaron a punta de correa/palo/chancla y estoy bien”. También es muy probable que hayas hecho comentarios como “eso es falta de rejo” cuando te encuentras con una dificultad de comportamiento. Y hasta cierto punto, tienen razón, funciona mucho mejor el estilo autoritario que un permisivo. Sin embargo, aunque funcione más y arroja resultados inmediatos, no funciona del todo bien. Esto se debe a que el punto débil del estilo autoritario es que las cosas funcionan mientras la figura de autoridad está presente, o dicho de otra forma más coloquial “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta”. Es otro el caso del estilo participativo, el cual arroja resultados a mediano plazo, pero que se mantienen, esté o no la figura de autoridad.
Pero cabe preguntarse ¿Qué me lleva a usar el autoritario, el permisivo o el participativo? La respuesta a la pregunta nos lleva a un término que en la psicología se llama “disonancia cognoscitiva”. Pero para no caer en tecnicismos o en lenguaje específico, vamos a decir que a veces las emociones “se meten” a tomar decisiones por nosotros. A continuación vamos a mirar el caso de cada estilo:
•Estilo Autoritario:
Las emociones que “se meten” a decidir por la figura de autoridad son EL MIEDO A VERSE DÉBIL y EL MIEDO A QUE LES PASE ALGO MALO. Si para tomar decisiones como padre/madre dices frases como “es que yo me las pillo todas”, “yo me doy cuenta de todo” o “yo tengo ojos en todo lado o en la nuca”. Es muy posible que el miedo a verse débil esté tomando decisiones por ti. Por otro lado, si dices frases como “¿Qué tal se caiga, lo roben, lo secuestren, lo violen?” o le pase cualquier cosa mala, puede que estés tomando decisiones con base al miedo y no al comportamiento.
•Estilo Permisivo:
Las emociones que “se meten” a decidir por la figura de autoridad son EL MIEDO AL RECHAZO y LA COMPASIÓN. Estas emociones están decidiendo por ti cuando te sientes muy mal al aplicar una consecuencia que a tu hijo no le gusta o cuando no quieres sentirte odiado por tu hijo. También puede suceder que después de aplicar un castigo, tu hijo encuentra la manera de convencerte de quitarlo con la promesa: “No lo voy a volver a hacer” y “ya aprendí la lección”.
•Estilo Participativo:
En este estilo de autoridad, las decisiones no se toman con base a las emociones, sino al comportamiento y los acuerdos del hogar. No porque uno deba ser un robot que no se permita sentir, sino porque se entiende que para disciplinar no debo dejar el amor de lado. Esto permite ejercer disciplina con amor. Por ejemplo, si el niño quiere un helado y su comportamiento no fue bueno, así de tristeza, se toma la decisión de no darle helado hasta que mejore su comportamiento. Otro ejemplo, puede ser si el hijo se ha portado bien, lleva bien sus notas y quiere acceder a una salida del colegio, se deja ir así dé miedo de que le pase algo malo.
•Las consecuencias dejan de ser manejadas por papá/mamá a ser manejadas por las normas que se construyen en común acuerdo.
•Las consecuencias dejan de ser manejadas por los papás y comienzan a ser manejadas por el hijo o la hija quien es quien decide cómo comportarse.
Eso no quiere decir que el padre o madre participativo deje de sentir MIEDO A VERSE DÉBIL, MIEDO A QUE LES PASE ALGO MALO, MIEDO AL RECHAZO y COMPASIÓN. ¡Claro que no!, lo que hace la diferencia es que a pesar de sentir diversas emociones se basan en el comportamiento y en las normas para tomar decisiones. “No pueden decir que sí cuando no” o “no pueden decir que no cuando sí”.
¿Cómo fortalecer un estilo participativo?
“Del dicho al hecho, hay mucho trecho”, el ser humano no es de fórmulas mágicas, todo aprendizaje significativo implica un proceso. Sin embargo, hay ciertas claves que te pueden servir para que dicho proceso sea encaminado a fortalecer el estilo participativo que hay en ti esperando a ser descubierto.
1.Argumento es diferente a capricho: A la hora de construir las normas con los hijos, ellos comienzan a tener voz y voto, y a veces terminamos manipulados y siendo permisivos estando convencidos que estamos siendo participativos. Los argumentos son razones, hechos, cosas concretas, cuando yo digo palabras como “quiero”, “no quiero”, “me gusta”, “no me gusta”, estoy hablando de mis preferencias personales, particulares y únicas, no de argumentos para establecer una norma. Por ejemplo, es diferente decir “todo juguete que no se esté usando se debe guardar porque no me gusta el desorden” a decir “todo juguete que no se esté usando se debe guardar porque alguien se puede tropezar o lastimar”.
2.Ser estricto es diferente a estar de mal genio: Ser participativo es ser estricto con amor, ya que ser estricto no es otra cosa que cumplir lo que se dice y seguir los acuerdos establecidos. Lo correcto y lo incorrecto NO dependen de la situación, el cumplir con la palabra es diferente a fruncir el ceño, gritar o ponerse de mal genio. Es permitir que mi “si” o mi “no” no cambien por ruegos, pataletas, promesas o juramentos.
3.El malo del paseo no soy yo, es el incumplimiento: Deja que el incumplimiento a los acuerdos (conjuntamente construidos), sea el malo, no tú. Tú como figura de autoridad no eres quien decide si se pone o no un castigo, es el acuerdo y el comportamiento del hijo. No depende de ti, depende del cumplimiento de la norma por parte del niño. Ahora bien, todo comienza por el ejemplo, tú también estás por debajo de la norma, así que tu hijo también te puede reclamar si tú faltas a la norma.
Si tienes una tendencia autoritaria, el reto es darle voz y voto (con argumentos) en las decisiones a tu hijo. Si tienes una tendencia permisiva, el reto consiste en darle valor a tu palabra y ser estricto (no amargado) sin sentirse culpable. Aunque de esta manera, requiera más esfuerzo, menos ego y los resultados sean a mediano plazo, el promover medios de autorregulación en tus hijos les va a servir muchísimo más para fortalecer su autoestima, generar conductas pro-sociales, hacer valer sus derechos y tomar decisiones que alimenten su bienestar, aun cuando sus padres no estén presentes.
“Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” Proverbios 22:6