En ocasiones vivimos experiencias muy dolorosas marcadas por la mentira y el engaño. Son situaciones que no quisiéramos experimentar en nuestra vida para eludir el dolor que generan, pero que también nos afectan dependiendo de la actitud con que las recibamos, si las aceptamos como parte de nuestro aprendizaje pueden ser pruebas que abren puertas, que transforman relaciones y crean un mejor futuro.
Sin embargo, no se desconoce el dolor y los sentimientos que nos genera el engaño, éstos pueden ser profundos y también nos pueden llenar de impotencia y resentimiento; pues en esos momentos es difícil ver las bendiciones que trae consigo esa situación. Pero si tuviéramos la serenidad para aceptar que hay cosas que no se pueden cambiar y nos enfocáramos en ver esa dificultad como una oportunidad de aprender lecciones y fluir, seríamos más conscientes de nuestras bendiciones y estaríamos más cerca de alcanzar el propósito de Dios en nuestra vida.
Existen varias formas de hacer más llevaderas estas situaciones donde la mentira y el engaño o cualquier otra situación sean protagonistas:
Si bien son propuestas sencillas, requieren fuerza de voluntad, disciplina y determinación para avanzar y continuar más conscientes y con más experiencia para afrontar nuevas situaciones.
Todo en nuestra vida puede tener un propósito. Toda situación trae consigo el potencial de un aprendizaje y allí está el reto: poder ver más allá de lo que está sucediendo. Trascender y lograr convertirnos en mejores personas con la satisfacción y alegría que genera la aceptación de lo que nos sucede.
Autora: Lorena Rodríguez – Participante del grupo terapéutico “Sanar para Amar”.
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